
Alemania esquiva la recesión técnica por segunda vez en menos de un año. El producto interior bruto (PIB) del país creció un 0,1% en el tercer trimestre del año respecto al anterior. Por tanto, no suma dos trimestres a la baja, escenario que se conoce como recesión técnica, tal y como pronosticaba el consenso de analistas. El repunte inesperado se ajusta a la tesis del Gobierno de que la economía no necesita estímulos fiscales extras. Este mismo jueves el ministro de Finanzas, Olaf Scholz, ha descartado impulsar medidas para acelerar la economía.
La economía alemana, la mayor de la Eurozona, se contrajo entre abril y junio. Los expertos pronosticaban que volvería a retraerse en la misma medida entre julio y septiembre. Sin embargo, la locomotora germana ha vuelto a esquivar la recesión técnica, como ya hizo a finales de 2018.
Su PIB creció un 0,1% en el tercer trimestre, según la primera lectura del dato publicado este jueves por el organismo oficial de estadística de Alemania (Destatis). El porcentaje puede variar el mes que viene, con su lectura definitiva, pero es poco probable que muestre finalmente una recesión técnica. Eso sí, la agencia de estadística revisó a la baja la caída del PIB del segundo trimestre del -0,1% al -0,2%.
Estos cálculos provisionales muestran que las mayores contribuciones a la economía alemana entre los meses de julio y septiembre vinieron desde el consumo, según explica la institución en nota de prensa. "El consumo final de los hogares aumentó, al igual que el gasto del Gobierno", indica.
Además, Destatis recuerda que las exportaciones germanas aumentaron respecto al segundo trimestre, mientras las importaciones al país se mantuvieron prácticamente al mismo nivel.
En comparación con el mismo periodo del año pasado, el PIB alemán creció un 1%. En términos desestacionalizados el aumento fue del 0,5%, ya que el tercer trimestre de 2019 contó con un día laborable más que el de 2018.
Asimismo, el número de personas ocupadas aumentó en 356.000 respecto al mismo periodo de 2018, es decir, un 0,8%. De esta manera, un total de 45,4 millones de personas tenían empleo en Alemania en el tercer trimestre.
Los estímulos fiscales, menos probables
Con todo, Alemania esquiva la recesión a pesar de que se encuentra en el epicentro de la crisis industrial. Por un lado, las tensiones comerciales está golpeando a las exportaciones de las fábricas alemanas y, por otro, la poderosa industria del automóvil está sufriendo una reconversión histórica al coche eléctrico, además de sufrir el impacto del cambio de regulación para los motores a combustión a raíz del dieselgate.
El ligero repunte de la economía supone bajar la presión sobre el Gobierno de Merkel para que active estímulos fiscales, tal como vienen reclamando el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Contando con la recesión, no se esperaban hasta 2020 como pronto. Ahora todo apunta a que se retrasarán aún más.
Tanto la tesis de Berlín como la de su banco central, el Bundesbank, es que el bache económico es puntual y habrá recuperación cuando las tensiones comerciales se despejen. El Ejecutivo prevé que el PIB cierre este año con un crecimiento anual del 0,5%, algo que parece poco probable, y el próximo año se expanda al doble con una tasa anual del 1%.
"Un periodo de estancamiento corto no es necesariamente una gran crisis y esto también explica la resistencia o, al menos, la vacilación del gobierno alemán para participar en un importante estímulo fiscal a corto plazo. Los datos del PIB de hoy harán muy poco para cambiar la posición del gobierno", comenta el economista jede de ING, Castren Brzeski.
Vientos a favor
Los últimos datos ya reflejaban un cambio en los vientos de cara para la economía alemana. La última encuesta entre los inversores germanos, elaborada por el Instituto ZEW, apuntaba a un creciente optimismo. El índice registró el mayor repunte desde diciembre de 2014 al pasar de -22,8 puntos en septiembre a -2,1 en octubre. Aunque la referencia se mantiene en negativo por séptimo mes consecutivo, refleja un sentimiento entre los inversores de que lo peor para la economía ya ha pasado. "Hay una creciente esperanza de que el entorno político para la economía internacional mejorará en un futuro próximo", señalaba el presidente del Instituto ZEW, Achim Wambach, para explicar la fuerte mejora del indicador.
La subida del ZEW coincidía además con una rebaja de la tensión internacional. En verano, la industria se vio muy perjudicada con los preparativos de las empresas para un Brexit desordenado, previsto para el 31 de octubre. Este peligro ha quedado desterrado con la convocatoria de elecciones para Reino Unido y el escenario central que se maneja es una salida británica pactada en caso de una mayoría para el actual primer ministro, Boris Johnson, el próximo 12 de diciembre. Reino Unido es el quinto socio comercial de Alemania. En 2018, más del 6% de las exportaciones fueron para el miembro díscolo europeo.
Además, la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha entrado en una fase de entendimiento con un enfrentamiento de las hostilidades. Sobre la mesa entre los dos países hay por lo menos el compromiso de que no seguirán subiendo los aranceles. Asimismo, todavía quedaba en el aire la amenaza de nuevas tasas comerciales para los coches europeos. Desde Bruselas se respira que habrá una nueva prórroga por parte Washington, aunque no hay todavía confirmación oficial por parte de la Administración Trump, tras la oferta del sector del automóvil de trasladar parte de la producción a EEUU.
Este escenario ya se vio recogido en la publicación reciente de comercio exterior de septiembre, que computan en las cifras de PIB del tercer trimestre que se han publicado hoy. Las exportaciones aumentaron un 1,5% en términos desestacionalizados, tras el desplome de agosto, ofreciendo un respiro a la industria. Mientras, las importaciones suben un 1,3%, el mayor ascenso en más de doce meses. Su evolución es un buen termómetro para testar la demanda interna del país.
El mayor riesgo para la economía alemana es que la crisis industrial termine contagiando al resto de sectores. El dato de septiembre en términos anuales rompe una racha de tres meses a la baja al crecer un 2,3% y envía una fuerte señal, que el consumo interno sigue fuerte y robusto.
Más estancamiento a corto plazo
El impulso de las exportaciones alemanas fue tan positivo que abrió dudas entre los economistas sobre si finalmente la economía caería en recesión durante el tercer trimestre. El comercio no ha terminado afectando al PIB en el tercer trimestre. Las cifras avalan la prudencia de Berlín para abrir el puño a los impulsos fiscales, aunque el ministro de Economía, Peter Altmaier, reconoce que el crecimiento es "todavía demasiado débil". "La tendencia al alza ha comenzado, pero está avanzando muy lentamente", ha afirmado.
"La tendencia al alza ha comenzado, pero está avanzando muy lentamente"
Por su parte, el ministro de Finanzas, Olaf Scholz, ha declarado que el Ejecutivo es "muy optimista para una posible recuperación el año que viene y no ve necesario estímulos adicionales".
¿Recuperación?
Para nada la actual situación refleja una recuperación, ni la desaparición de los problemas para la economía alemana. Los índices de actividad de octubre señalan que la industria sigue sometida a una profunda depresión y el sector servicios se está empezando a contagiar. Además, el mercado de trabajo también comienza a dar síntomas de fatiga, aunque el país sigue registrando pleno empleo.
"La economía alemana ha escapado de una recesión técnica en el último minuto, una crisis con recesión aún parece poco probable, pero esperamos un período de estancamiento más a largo plazo", comenta Brzeski. El experto alude a problemas estructurales en industrias claves como la del automóvil.
Los riesgos para la economía germana no han desparecido y los vientos que soplan ahora a favor se pueden dar la vuelta en cualquier momento. Y más cuando las corrientes dependen del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y sus guerras comerciales.